La globalización neoliberal ha significado la profundización de las dinámicas de dependencia propias del sistema capitalista mundial, exacerbando la precariedad de las regiones periféricas y el carácter primordial que tiene la extracción de materias primas para dichas economías. Las consecuencias de este proceso se ven por doquier en el sur global, y el campo universitario no es ajeno a dicho proceso.
El complejo industria-universitario global, que tradicionalmente es el encargado de hacer circular los “nuevos” discursos, y la puesta en marcha de franquicias intelectuales a escala planetaria, ha jugado un rol fundamental en la propagación del neoliberalismo, un proyecto que excede la geografía de las facultades de economía, llegando a colonizar las demás formas disciplinares de producción y reproducción de conocimiento.
Este fenómeno no es para nada una novedad, las antiguas metrópolis coloniales han tenido en el sistema universitario global los dispositivos para asegurar la subordinación de las élites del sur global. Además, dichas élites, así, se han asegurado sostener el prestigio social que les permite ostentar los privilegios con los que cuentan en sus países de origen, reproduciendo, mediante sistema de becas y promociones (la más de las veces costeadas por los pueblos del sur global), las lógicas de dependencia cognitiva que C. K. Raju llama “Imperialismo Académico”.
Una de las cuestiones fundamentales, además de las asesorías “internacionales” pagadas por el sur global a muchas de las universidades metropolitanas, es cómo los mecanismos de dependencia cognitiva configuran dispositivos de transferencia de capitales desde el sur hacia los centros del sistema capitalista mundial. En este sentido, es de resaltar el caso del aparato universitario del Reino de España en su relación colonial con América Latina, esto se traduce en el permanente éxodo de estudiantes universitarios que constituyen por decenas de miles la gran mayoría de los estudiantes matriculados en másters y especializaciones, una cifra que resulta fundamental para comprender la expansión de la formación on-line, cuestión que resalta en el caso de las universidades privadas del Reino, pero que no les es exclusiva.
Según cifras del Sistema Integrado de Información Universitaria (SIIU), de la Secretaría General de Universidades, para el curso 2018-2019, el total de estudiantes presenciales provenientes de América Latina, matriculados para realizar másters en universidades públicas, correspondía al 53% del total de estudiantes extranjeros, y un 11% en relación al total, mientras en las privadas corresponde a un 49%. Si se incluyen los datos de los matriculados en universidades privadas, más aquellos que cursan algún programa de máster on-line, América Latina representa el 62% de los estudiantes extranjeros en el Reino.
Por otro lado, los estudiantes latinoamericanos que cursan másters no presenciales representan el 94% de los estudiantes extrajeros matriculados en este tipo de programas, llegando a ser el 27% del total de matriculados. Este último dato muestra un aumento considerable y sostenido en los últimos años, en comparación con datos como los del curso 2015-2016, en el que América Latina representaba un 16% del total y un 86% entre los estudiantes extranjeros. Mientras la cifra de estudiantes matriculados en cursos presenciales se mantiene más o menos constante desde 2015, la proporción y la cifra bruta de estudiantes matriculados en cursos on-line ha tenido un crecimiento significativo, tanto que se muestra fundamental para valorar en qué medida avanza la frontera de la formación on-line, y su relación con la progresiva privatización de la educación universitaria. Una cuestión que seguramente se profundizará, producto de los cambios en la enseñanza que se vendrán producto del COVID-19.
En 2015, de los 20.560 estudiantes latinoamericanos matriculados, el 25% (5.145) lo estaba en un máster on-line. Mientras que, para el curso 2018-2019, del total de 29.416 estudiantes, el 38% (11.129) participaba en algún máster on-line. Es decir, en los últimos cinco años la cifra absoluta se multiplicó por más de dos veces, aumentando doce puntos en su representación proporcional. Un tiempo en el que las universidades privadas pasaron de tener el 39% de los estudiantes provenientes de América Latina (8.044) a representar el 47% (13.864).
Resulta evidente que la expansión de la privatización de la educación universitaria avanza con la expansión de la frontera de lo on-line, así como de la presencia de estudiantes provenientes de América Latina en dichos cursos, cuestión que puede contrastarse a ambos lados del Atlántico. Una cuestión que debe, además, valorarse es cuánto le cuesta a América Latina sostener el peso de la privatización de ambos sistemas de educación universitaria, el impacto directo de la privatización en territorio propio, así como la transferencia de recursos cognitivos y económicos hacia la antigua metrópolis colonial.
A esto se debe agregar el cómo se profundiza la injusticia cognitiva y la ausencia de total reciprocidad en el sistema de reconocimientos de conocimientos y titulaciones, cuestión que queda en evidencia con las trabas administrativas, a través de las cuales se evita la “homologación” de titulaciones provenientes de América Latina, mientras las “antiguas” colonias nada hacen para valorar la calidad y pertinencia de aquellos máster a los cuales dedican recursos a través de programas de becas internacionales.
Estas son algunas razones por las cuales resulta urgente la denuncia del papel que juega el complejo industrial-universitario global en el sostenimiento de las dinámicas de acumulación a escala global, que los sistemas universitarios de las metrópolis coloniales son partícipes de las mismas, y cómo, a pesar de la precariedad a las que las someten los recortes en educación, constituyen una instancia más de acumulación tanto económica, como cognitiva.
Antropólogo social y cultural