“Me voy a poner a estudiar, mmm, tengo hambre, antes comeré algo. Ya está, ya he comido, me voy a poner a estudiar, ¡uy! ¡¡¡Tengo toda la ropa tirada en el suelo!!! La recojo y me pongo a estudiar. Miro la hora, ya se ha pasado toda la tarde. ¡¡Uf!! ponerme ahora… mañana me levanto pronto y le echo 12 horas.”
¿Te sientes identificad@ con esta situación o alguna similar? Según la RAE la “procrastinación” es “diferir, aplazar”. Es la acción de postergar las tareas que en un primer momento habíamos organizado, no obstante, no las postergamos para no hacer nada, si no que las cambiamos por otras que en ese momento se nos antojan más prioritarias. Caemos, nosotros mismos, en una trampa que sirve para desviarnos de nuestro objetivo: voy a revisar mis mensajes, antes voy a desayunar, tengo que ir primero a hacer ejercicio y así afronto mi tarea más animado, las noticias…
¿Cuáles son las causas de que nos ocurra esto?
Hay muchas investigaciones que se han dedicado al estudio de este tipo de conducta, algunas apuntan a lo aburrida o tediosa que nos puede suponer un trabajo que debemos hacer, no sabemos cómo empezar el proyecto que nos han asignado, tenemos mucho tiempo para entregarlo y mientras puedo hacer otra cosa que a corto plazo me aporte más satisfacción. Incluso, hay teorías que apuntan al perfeccionismo con que queremos realizarla y ello nos mantiene bloqueados. Riva (2006) en su tesis dedicada al estudio de conductas de procrastinación, señala que las personas eligen las actividades que tengan consecuencias positivas a corto plazo y no a largo plazo, de la misma manera, evitar la realización de la tarea es precisamente por lo poco satisfactoria que se percibe o la demora de satisfacción frente a otra que nos ofrece mayor bienestar a corto plazo.
¿Cómo nos afecta esta conducta?
Cuando este tipo de comportamiento lo realizamos con asiduidad comenzamos a experimentar una baja autoestima, bajo estado de ánimo, mala gestión del tiempo, falta de autocontrol y compromiso. El hecho de que la tarea impuesta no nos motive a realizarla es lo que hace que la retrasemos, cada vez se acerca el momento de entrega o plazo para finalizar y es ahí cuando sentimos angustia, agobio o ansiedad y frustración. Los plazos de entregas de tareas en algunos casos proporcionan un alto nivel de estrés, miedo al fracaso y como hemos comentado anteriormente, ansiedad, que a la vez interfiere en la ejecución de la actividad y que retroalimenta el caos que propicia la falta de gestión del tiempo. Las personas con tendencia a aplazar tareas experimentan sensación de malestar originada por la incertidumbre que genera la posibilidad de no cumplir con la tarea en el tiempo establecido, además de emociones “negativas” frente a la dificultad de la tarea y frente a su desempeño.
¿Qué podemos hacer para combatir la procrastinación?
Como en todas las dificultades que nos encontramos, lo primero es ser consciente de esta conducta e intentar hacer ese esfuerzo que nos conduzca a la realización del cambio. Aquí se exponen algunas pautas que pueden ayudarnos a combatir esta postergación y nos llevan en dirección de ese cambio.
- Diferenciar entre lo importante y lo urgente. Mediante la matriz de Covey, organízate el trabajo entre la urgencia y la importancia. Analiza las actividades y tareas que tienes que priorizar de tal forma que aplicando una regla de Pareto seamos capaces de con el 20% de las actividades realizadas conseguir el 80% de la producción. ¿Qué es una tarea urgente? Lo urgente se asocia al tiempo, la urgencia aumenta en función de la fecha limite de la tarea a realizar. Entre dos tareas a realizar que requieren el mismo tiempo realizar la más urgente es la que tiene una fecha limite más cercana. Entre dos tareas que tienen el mismo plazo de entrega la más urgente es la que conlleva más tiempo su realización. Una tarea sin fecha limite, nunca es una tarea urgente. ¿Y qué es una tarea importante? Quizá en primera instancia todo parece importante, pero la importancia esta asociada a las consecuencias de su ejecución. La importancia de la tarea aumenta cuando las consecuencias son mayores y si las consecuencias de fracaso también son altas. Entre dos tareas, será mas importante la que mayores consecuencias tenga y su repercusión de no hacerla sea mas grave. Hay que ser consciente que las consecuencias de una actividad pueden variar con el tiempo, por tanto, también varia su importancia. Sobre como diferenciar lo urgente y lo importante, Stephe Covey en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva describe cómo afecta realizar cada tarea y cómo saber priorizar entre ellas, para ello propone definir una matriz de ordenadas y abscisas donde se cataloga en, no importante e importante en el eje de las ordenadas y no urgente y urgente en el eje de las abscisas, con ello según nos llega una tarea procedemos a categorizarla. Puede ser no importante pero urgente, muy importante pero no urgente, muy importante y muy urgente… esto te facilitará el evitar procrastinar una tarea si ves claramente su criticidad en base a su urgencia y/o importancia.
- Establece rutinas en los horarios. Debemos marcarnos unos horarios fijos que nos permita habituarnos a la realización de tareas que nos hayamos impuesto. Marcar un tiempo para cada cosa, por ejemplo, si nos levantamos a las 8h, no utilizar más de 30 min. para el desayuno. Debemos estar atentos a los usos de las tecnologías, estas nos hacen perder mucho tiempo. Si comenzamos mirando el móvil sin ningún control es posible que caigamos en la cuenta de que hemos pasado más de 2 horas sin hacer “nada”.
- Hacer un listado de actividades. Al hilo de lo que comentábamos anteriormente sobre la matriz de Covey, tener un “TO-DO” o listado de tareas a realizar, ya que es importante saber que cosas tenemos en cola para hacer, planificar su ejecución y si alguna se desvía de su plazo de entrega marcarla claramente como “retrasada”.Tener claro qué hay que hacer y cuándo lo tenemos que entregar nos ayudará a evitar el posponer tareas al ver que el retrasarla puede impactar en la ejecución de la siguiente. Ya que se producirá un efecto dominó, el retraso de la primera tarea impactará en cascada en las siguientes o dependientes de la anterior.
- Planifica el día con antelación. Al finalizar tu jornada, echa un vistazo a como tienes la agenda y que actividades vas a realizar al día siguiente, esto te ayudara a prepararte mentalmente y poder así planificar o generar una estrategia que te permita abordar mejor el día dando la priorización necesaria a cada cosa con tiempo y con ello obtener una jornada mas efectiva y eficiente.
- Prémiate por las tareas realizadas. Habitualmente nos olvidamos de premiarnos y reforzarnos por las tareas realizadas. Tan sencillo como tener presente la finalización de la tarea, marcar esta como finalizada dentro de nuestra lista y permitirnos algo que nos resulte agradable, por ejemplo, dedicar 15 minutos a mirar nuestras redes sociales, eso sí, tenemos que ser muy disciplinados en premiarnos solo esos 15 minutos. A continuación, continuar con el listado que hemos elaborado anteriormente. Hay que indicar que es importante tener estas pautas presentes, dedicamos mucho tiempo al trabajo y especialmente si lo hacemos desde casa puede ocurrir que a su vez posterguemos otras actividades. Como comentaba mi compañera y amiga Elena Martin en su articulo dedicado al autocuidado, debemos analizar nuestras necesidades y dedicar tiempo a nosotros mismos, cuidarnos y disfrutar. Premiarnos a nosotros mismos. Y recurriendo al refranero español, no olvides el “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
Psicóloga General Sanitaria