En Tiempos de Aletheia

Reflexiones sobre la sociedad post Covid-19

Ya casi han pasado tres meses desde que el COVID-19 se coló en nuestras vidas. Ha entrado en los cuerpos, pero también en las conversaciones, en nuestra manera de ver el mundo y hasta en la publicidad que constantemente nos bombardea con mensajes de ánimo. Y aunque, en este momento, levantar los ánimos es una tarea difícil, poco a poco se irá instaurando la “nueva normalidad”, la cual todavía no sabemos exactamente como será, pero indiscutiblemente traerá consigo pequeñas libertades que disfrutaremos más que nunca. Puede que, como en China, nuestra sociedad se habitúe a llevar siempre mascarilla, nos controlen la temperatura al acceder a lugares públicos y tengamos códigos QR en los móviles que nos controlen la salud. Aunque también puede que nos volvamos menos consumistas y apreciemos más los encuentros con nuestros seres queridos.

Como seres sociales que somos, estamos acostumbrados a interactuar con las personas que nos rodean, ya sea en lugares públicos o privados. En estos últimos meses, han sido pocos o nulos los contactos que hemos podido tener con nuestros familiares y amigos. Los abrazos, los besos, las manos entrelazadas… Son imágenes que ya nos quedan lejanas o limitadas a las personas con las que convivimos. Tanto adultos como niños han visto como sus relaciones personales se encajaban en una pantalla; nunca antes las videollamadas nos habían hecho tanta ilusión.

Todo esto es posible que afecte a nuestro futuro como sociedad, quizás el sufrimiento y la espera nos vuelvan más egoístas, temerosos a los demás y más cerrados; o quizás todo el contrario y, además, empecemos a otorgarle a los servicios de educación y sanidad la importancia que se merecen.

No hay duda de que esta pandemia está teniendo un gran impacto en el mundo, más allá de los efectos en la salud y las relaciones personales, también en las expectativas acerca del futuro laboral y en los miedos que nos ha suscitado. Un gran ejemplo de ello podemos encontrarlo en el alto coste que está teniendo esta emergencia sanitaria para muchas mujeres; tanto las que encontramos en primera línea en la lucha contra el Covid-19 como las que trabajan en los servicios esenciales. En el Estado español, ellas son más del 80% del personal sanitario (enfermería y ocupaciones relacionadas); el 70% de las trabajadoras de farmacias; el 90% de las limpiadoras de empresas, hoteles y hogares (incluido el servicio de empleadas domésticas) y cerca del 85% de las cajeras de supermercados (Cátedra de Economía Feminista, 2020).

Y finalmente, cuando el Covid-19 salga de nuestras conversaciones, de la publicidad y nuestras vidas, se prevé una crisis económica en la que los sectores más vulnerables de la población serán los más expuestos. Afectará a un mercado laboral en el que las mujeres desempeñan el 74% de los empleos a tiempo parcial, con condiciones de trabajo de mayor precariedad y aun intentando derribar la brecha salarial (Cátedra de Economía Feminista, 2020). En este sentido, se necesitará un gran esfuerzo para no retroceder en el camino que nos lleva a la igualdad, tendremos que luchar por salarios y contratos más justos, revalorizando los trabajos esenciales, ya que hemos aprendido cuán necesarios son para nuestra sociedad. Tendremos que escoger en cada acto, en cada protesta y en cada voto qué clase de persona queremos ser y en qué clase de sociedad queremos vivir. No creo que sea fácil, pero podemos intentar que sea más justa.

 

Referencias:

Cátedra de Economía Feminista (2020). Comunicado de la Cátedra de Economía Feminista ante la COVID 19. Universitat de Valencia. Recuperado de https://femeconomiafeminista.com/comunicado-de-la-catedra-de-economia-feministaante-la-covid-19/

 

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