En Tiempos de Aletheia

Nuevos tiempos, nuevas formas de relacionarse

Hace ya una década que se popularizaron las redes sociales y los Smartphone. Pocos son los que resisten a tener cuenta en Facebook o Instagram, la mayoría está entusiasmada con las múltiples opciones que estas nos otorgan; profesionales, personales, proyectos de todo tipo, debates políticos… Aquellos que no están presentes en las redes sociales son un rara avis de resistencia. Yo conozco alguno, una especie de rebeldía anti sistema. O simplemente un temor a caer en un roba tiempos. O se cansaron y se fueron.

Es cierto, como a toda herramienta le podemos dar diferentes usos pero, de alguna manera u otra, no es fácil caer en egocentrismo y superficialidad. Epicentro de la sociedad de la imagen, seamos participantes activos o no, cuando navegamos por ellas estamos rodeados de superficialidad y puede que al final te coja como la ola en la playa.

Magníficas redes que ponen en contacto gente a lo largo del planeta, ¿quién no ha intercambiado unos mensajes con un/a desconocido/a? La seguridad de la pantalla, el aburrimiento, el misterio, la imaginación, la falta de compromiso… Un día hablas y cuando pierdes el interés lo dejas sin ¿ninguna consecuencia..?

Pero no solo “facilita” la sociabilización, también son puente de nuestras relaciones reales con el mudo virtual. El contacto no desaparece con el cara a cara, lo que puede llegar a ser invasivo para una de las dos personas. Por esta razón u otras, hace poco una amiga me descubrió un nuevo concepto, muy popular entre los millenials, el ghosting. Es algo así como el “Paco se fue a por tabaco y no volvió” pero con redes y wathsapp de por medio, vamos que estás hablando con esa persona importante y te deja en “visto” o “doble check azul” y hasta otra… Lo mismo hasta te bloquea sin explicación. Ayer era ese amante que un día dejaba de responderte al teléfono, hoy se ha popularizado hasta el punto de llegar a ser una práctica corriente de poner fin a relaciones para bastante gente. ¿Individualismo? ¿Miedo a confrontar la situación? ¿Evasión? ¿Falta de empatía? ¿Todo a la vez…?

Otro término anglosajón: el benching o el “te mantengo de segundo o tercer plato por si acaso”. La persona afectada se engancha a la poca atención que va recibiendo con cuentagotas de la que alimenta su ego gracias a ella y estos intercambios. Ni se llega a cortar, ni se concreta nada, sea una relación de amistad o algo más. Nunca se llega a desaparecer como en el ghosting, pero solo presta la justa atención como para que el comodín no se vaya por su propio pie. Las que lo padecen pueden ser personas de baja autoestima o con ansiedad, con lo que pueden sentir un gran sufrimiento.

Fascinante. Pues sí, relaciones caducas y superficiales en donde seres se consumen y cuando se aburren de alguien aprietan a un botón y ciao. Y además se extiende y se normaliza.

No es mi intención ser tremendamente negativa.

Pero en estos tiempos de cuarentena, nos hemos volcado en dispositivos y redes como vías de sociabilización y comunicación a veces me digo: ojalá esto no se convierta en una norma. Me acuerdo de ese mundo distópico donde un bombero quemaba libros y una mujer se encerraba en una habitación a hablar con su familia y amigos a través de pantallas en la pared. ¿Cuándo volveremos a mirarnos a los ojos y abrazarnos?

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