En Tiempos de Aletheia

REFLEXIONES SOBRE EL PIN PARENTAL

En estos días de revuelo por el ya debate nacional del “pin parental” hemos podido ver y leer todo tipo de información tanto en medios tradicionales como en las redes sociales. Esta “objeción de conciencia” o veto familiar a una serie de contenidos (curriculares o no, eso deberá decidirse en juicio) en los centros educativos públicos, pero ¿qué implica exactamente este intento de veto?

Es un avance de la extrema derecha espoleada por el apoyo que recibieron en las últimas elecciones y que aprovechando la situación de los gobiernos de coalición autonómicos, aplican al darla como moneda de cambio a los presupuestos del PP. Desde septiembre en Murcia, pronto en Andalucía y podría ser en Madrid.

Pareciera que los partidos de la oposición fueran a oponerse radicalmente a toda iniciativa del nuevo gobierno, en una guerra de tensiones, muchas veces sensacionalistas, en las que utilizan a los ciudadanos, enfrentándoles una vez más y perpetuando la imagen de “sociedad fragmentada” que parece perseguir a España.

Se ha tildado de adoctrinamiento comunista a una serie de contenidos de carácter afectivo sexual, de valores de igualdad entre hombres y mujeres y de respeto hacia las diferentes orientaciones sexuales. ¿Qué se intenta conseguir estableciéndolos como obligatorios para el alumnado?

  • Evitar la confusión y depresión en niños y adolescentes homosexuales, bisexuales o transexuales que no se sienten reflejados en los “referentes heterosexuales tradicionales”, pero también que sean víctimas de acoso y humillaciones por parte de sus compañeros, circunstancia que puede llevar eventualmente al suicidio.
  • Promover valores de respeto e igualdad entre hombres y mujeres, que rompan estereotipos de unos y otras, que son las bases de las futuras relaciones de pareja, laborales y amistosas. De tal manera que los índices de maltrato de género (cinco asesinatos en lo poco que va de año) y las violaciones, entre otros, disminuyan.
  • Educar en feminismo, para que las niñas ganen en confianza y sientan que tienen, que deben tener, las mismas oportunidades que sus compañeros. Que estos sepan que no tienen derecho a menospreciarlas, ni a poseerlas.
  • Enseñar dónde están los límites sexuales y cómo actuar cuando estos se traspasan, previniendo así el abuso sexual infantil.

Cuando oigo y leo frases como que “los comunistas tienen que dejar en paz a nuestros niños”, “se están entrometiendo en la ideología del niño” y “se quiere quitar la patria potestad a los padres”, al final, me digo que toda esta palabrería solo puede significar una cosa: la derecha quiere que los niños del siglo XXI sigan estudiando con el crucifijo y el retrato de los reyes en clase, que las niñas se vistan de rosa y los niños de azul, que los homosexuales vuelvan al armario y que la violencia de género, o “doméstica” se quede ahí, en el ámbito doméstico. Si salen más casos de “manadas” se seguirá denunciando como un problema que se trae desde el otro lado de las fronteras, los abusos sexuales en menores no se denunciarán y, si son por parte de oficiales de la iglesia, se niegan y punto. En el caso que estos terminen en embarazo, se obliga a la joven a tenerlo, porque vale más la vida del embrión que estropear la de una mujer, que de todas formas viene al mundo para ser madre.

Cuando oigo y leo todo lo que está pasando me frustro. ¿Alguna vez nos dejarán avanzar? Porque estos valores supuestamente comunistas se imparten en las escuelas públicas de países considerados como estados de sólidas democracias europeas.

Al final, me digo que, a lo mejor, lo que quieren es acabar con la democracia y volver a ciertas épocas sombrías. ¿Hasta dónde serían capaces de llegar para frenarla esta vez? La red de mentiras y manipulaciones ya se ha puesto en marcha.

De momento, ocho niños se han quedado sin ir a una charla de reciclaje en Murcia. A mí me daban charlas y me llevaban a teatros donde se explicaba el reciclaje hace veinticinco años. ¿Y a vosotros? ¿A qué colegios fueron esos padres que no solo entiendo que no reciclan, sino que lo ven como un peligro? ¿Y en qué situación de vulnerabilidad, además de cierta precariedad, se van a ver maestros, profesores y directores de los centros amenazados con denuncias y sanciones?

Sigamos vigilantes, luchando por la libertad, porque enero ahora es sinónimo de pin parental, pero veamos qué nos trae febrero.

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