En Tiempos de Aletheia

Annual: Crónica del fracaso. Primera parte

Castellanos y portugueses empezaron la expansión por el Norte africano allá por los siglos XV y XVI. En tiempos de Felipe II, cuando España y Portugal eran una (tras la crisis sucesoria portuguesa de 1580 motivada por la muerte sin herederos de los reyes Sebastián I en 1578 y Enrique I en 1580, que motivó la invasión española ordenada por Felipe II amparándose en sus derechos al trono), ya eran de su posesión ciertas plazas en el norte de África. Sin embargo, a principios del siglo XIX, solo Ceuta, Melilla, Peñón de Vélez de la Gomera y las Islas Alhucemas son de soberanía española. A mediados del siglo XIX, bajo la excusa de la crisis del Sultanato de Marruecos, las potencias europeas se volverán cada vez más intervencionistas.

El ataque a Ceuta por las tribus de Anyera, próximas a dicha ciudad, desemboca en la Guerra de 1860, la Batalla de Castillejos y la Toma de Tetuán. Como resultado se firmó el Tratado de Wad Ras entre Marruecos y España, por el cual:

  1. Se amplían los límites de las que ya eran plazas españolas: Ceuta y Melilla.
  2. Se concede el establecimiento pesquero de Sidi Ifni (el cual no se descolonizará hasta 1958).
  3. El Sultán paga indemnizaciones económicas a España.
  4. Se firma un tratado de índole comercial y diplomático.

Aunque fue muy difícil económicamente para Marruecos pagar las indemnizaciones económicas, lo hicieron, y Tetuán les fue devuelta en 1862.

A finales del siglo XIX, Marruecos comienza a ser una zona geoestratégica para Reino Unido, Francia, España y Alemania. Alemania intenta intervenir para crear discrepancias entre Reino Unido y Marruecos, pero no lo consigue y en 1890, Francia y Reino Unido llegan a un acuerdo por el cual Francia deja a los ingleses manos libres en Egipto, y los ingleses manos libres a los franceses en Marruecos.

Aunque desde la década de 1870 las relaciones con España habían sido de paz relativa, en la década de 1890 comienza a existir una creciente tensión en la zona de Melilla. En 1893-94 tiene lugar la Guerra de Margallo o primera Guerra del Rift. Se quería construir una fortificación que abarcaba un cementerio y una mezquita donde se encontraba la tumba de una persona santa para las tribus de la zona: Sidi Guariach. Estaba situado a 3 km de la ciudad y con el fuerte de Rostrogordo y el de Cabrerizas Altas formaría la línea defensiva más avanzada del nuevo recinto defensivo de Melilla. La guerra no fue contra el Sultanato de Marruecos en sí, sino contra las tribus de la zona de Melilla. Se calcula que seis mil guerreros tribales acudieron a la acometida de Melilla saltando sus murallas. Los bombardeos artilleros españoles destruyeron una mezquita, y el incidente se convirtió en Guerra Santa. Acudieron entonces voluntarios de todo Marruecos y, a los pocos días, ya contaban con veinticincomil hombres para la causa. La escalada española fue similar: se mandó a la Armada a bombardear a las tribus y se movilizó al ejército de Andalucía.

El Sultán de Marruecos dio la razón a España, pero no disponía de fuerzas para pacificar a sus súbditos. Envió un contigente armado, pero fue derrotado por las tribus rifeñas, que siguieron asediando Melilla. Todo esto provocó la furia del Gobierno español, que respondía siguiendo la escalada bélica. El 27 de Octubre de 1894, los rifeños tomaron la colina de la tumba de Sidi Guariach, 3.000 hombres se atrincheraron allí, lo que provocó el contrataque del General Margallo, gobernador de Melilla. El ataque fue un desastre y concluyó en derrota, murió también el propio General en el fuerte de Cabrerizas Altas el día 28. Esto hizo que el Gobierno español mandara refuerzos y, pocos días después, se recuperó la colina, aunque no lograron romper el cerco que continuaría alrededor de Melilla. En noviembre del mismo año, el envío de más tropas y de unidades más potentes de la Armada hicieron que los rifeños se avinieran a negociar. En abril de 1894, el General Martínez Campos se reunió con el Sultán para controlar la situación y se puso fin a las hostilidades. Francia siguió atentamente los acontecimientos buscando un socio en Marruecos, y animó a España a ampliar sus territorios, pero estábamos poco interesados en crear colonias en el norte de África.

Sin embargo, llegó 1898 con la pérdida de las Antillas y Filipinas, por lo que a partir de entonces la política exterior de España virará hacia el norte de África. España ahora trata de participar en la política de alianzas europeas para salir de su aislamiento internacional. Así, progresivamente, España fue acercando posiciones a Francia, que estaba interesada en el dominio de Marruecos, y ya, en 1902, los franceses hicieron una oferta de reparto que fue declinada, aunque era una oferta sustancialmente mejor que lo que se obtuvo posteriormente, ya que incluía ciudades importantes como Fez y Taza, y algunas zonas de buen potencial agrícola. No se aceptó la oferta pues no incluía el acuerdo con Reino Unido, país con el que se quería evitar la hostilidad. Poco después, en 1904, España cambia de opinión, sin embargo, a los franceses (quienes habían hecho una declaración conjunta con Reino Unido) ya no les interesó dicho acuerdo. Básicamente esta declaración entre Francia y Reino Unido consolidaba la posible actuación en forma de penetración pacífica en casos de ausencia de un gobierno estable en Marruecos.

Alemania que no deseaba que Marruecos, por ser un territorio estratégico de acceso al Mediterráneo, quedara en manos de su enemigo francés, anunció la visita del Kaiser Guillermo II el día 20 de Marzo de 1905, la cual se produjo el día 31. Desembarca en Tánger haciendo una declaración a favor de la independencia del Sultán (lo que provocó la indignación de la prensa británica y francesa, y una posterior actitud diplomática desafiante de ambos gobiernos). Durante el mes de abril, el imperio Alemán afirmó no tener intereses coloniales en Marruecos, y propuso una conferencia internacional donde se decidieran las reformas que tenía que implementar Marruecos para no caer en la anarquía. Hubo momentos de tensión y se llegaron a movilizar tropas en la frontera franco-alemana. La dimisión del ministro de exteriores francés, Theophile Delcassé, enemigo de cualquier cesión a Alemania, permitió avanzar por el camino del apaciguamiento.

Para evitar una guerra se convocó una Conferencia Internacional en 1906 en Algeciras, la cual duró del 16 de Enero al 7 de Abril de 1906, en la que participaron 13 países, y donde Alemania hubo de aceptar el Acta de Algeciras, de 31 de Mayo de 1906, ya que no contó con apoyo y para evitar la guerra hubo de aceptar mayoritariamente las tesis franco-británicas. El acta afirmaba respetar la independencia de Marruecos, pero solo nominalmente y significó de facto su final. Se repartía así el territorio en dos zonas de influencia: la francesa y la española, y se reservaban el derecho a actuar militarmente si el Sultán era incapaz de mantener el orden en el territorio. Este tipo de colonialismo se bautiza con el nombre de “protectorado”, un colonialismo relativo a la visión de esa época, a ojos vista se trata no más que de ayudar a esas “nuevas naciones” a mantener el orden vigente.

Los desórdenes que justificaron la intervención ocurrieron muy pronto. El 30 de julio de 1907 las tribus de la Chaouia se rebelaron por el hecho detonante de la construcción de un ferrocarril francés sobre una tumba sagrada, aunque era sin duda un movimiento contra la colonización francesa en general. Las tribus tomaron el control de la ciudad de Casablanca, pero la Armada francesa respondió bombardeando la ciudad, causando al menos unos 1.000 muertos y desembarcando tropas que tomaron el control de la ciudad. A los pocos días, Francia y España comenzaron la ocupación de sus respectivas zonas de influencia.

Continuará…

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