En Tiempos de Aletheia

El apoyo mutuo desde la Arqueología

A lo largo de la Historia nos han vendido la visión del ser humano como un animal que es un lobo para los demás seres humanos con los que, no obstante, y curiosamente, comparte sociedad. Hobbes, para ser más precisos, acuñó la dichosa frase que dice “El hombre es un lobo para el hombre”. Tanto es así que hasta el mismo origen del homo sapiens se veía bañado por un gran charco de sangre, autores de los comienzos de la Antropología aseveraban que había sido la hostil lucha con la especie neandertal la que había dado primacía a nuestra especie.

Es así, hasta hace poco se tomaba a los neandertales como una especie diferente e inferior con la que nosotros acabamos en algún momento dada nuestra superioridad. En primer lugar, diremos que estudiosos como Joao Zilhao nos hacen notar que no cabe hablar de esa diferencia e inferioridad de pensamiento simbólico que en teoría muestran las pinturas rupestres, y que no pocas veces se arguyó para establecer esa superioridad del homo sapiens, pues, entre los restos arqueológicos que se compara, media una distancia cronológica que hace que se caiga en anacronismo con tal pretensión comparativa.

En torno a 2010, los expertos en genética de ADN fósil llegan a la misma conclusión a la que primeramente fueron reacios en aceptar, esto es, a que neandertales y ancestros del homo sapiens se mezclaron y hubo hibridación. Las pruebas genéticas muestran cómo cada uno de nosotros lleva en su material genético al menos un 2% de genoma neandertal, además, hay teorías como la de Joao Zilhao que empiezan a vislumbrar el árbol del genoma humano de otra manera: con un origen común que luego se vino a especializar según migración. Según esta teoría ya no cabría mirar a los neandertales como una especie separada de la nuestra como lo está un elefante de una hormiga, sino que tendrían un genoma común, una misma raíz que lejos de marcar una separación tajante, lo único que haría sería matizar una posterior evolución de caracteres, según zonas geográficas, en subespecies. Apunta a un origen común y a una hibridación posterior, y si pudo darse hibridación no podían ser tan distintos, y más allá ¿cómo explicar el cráneo de Aroeira? ¿Quizá entendiendo la teoría de los ancestros de sapiens como una única especie con muchas razas o subespecies adaptadas a su entorno, una única especie capaz de múltiples paradigmas fisiológicos? El cráneo de Aroeira 3 es un cráneo a medio camino entre neandertales y los ancestros del homo sapiens, encontrado en Portugal junto a restos de fuego, hueso quemado, de restos provenientes de la caza de fauna, herramientas de sílex, hachas hechas a mano, cráneo que contiene elementos que podrían verse como precursores de los neandertales que a su vez tiene rasgos morfológicos de otras especies y rasgos específicos propios.

Joao Zilhao resalta que, además, los indicios que empezamos a tener desde hace años nos hacen ver que el problema no estaba bien enfocado, no es que la humanidad de esa época pasada sea heterogénea sino que la humanidad actual es peculiarmente homogénea. Siempre ha habido una especie humana que tenía una variedad mayor que la actual que en su conjunto es muy parecida a sí misma en sí misma. Claro ejemplo lo encontramos en los otros homínidos actuales, los cuales mantienen esa variedad de subespecies dentro de ser la misma familia. En el caso de los restos fósiles que tienen rasgos comunes con otras especies: Si estuviéramos hablando de especies totalmente distintas los rasgos deberían presentarse en cada especie como exclusivas o propias de solo ese grupo, pero cada vez se ve que la cosa es más complicada. Este fósil presenta un mosaico de características que son exclusivas de otros grupos, posee caracteres que aparecen como comunes con otras “especies” y a la vez las suyas propias diferentes, unas que anuncian a los neandertales y otras que evocan a los ancestros del homo sapiens.

Ahora estamos a las puertas de una confirmación del asunto que ya Kropotkin razonaba como la única moral válida y justificable por sí misma, sin buscar validez argumentativa en entes supremos ajenos al propio ser humano. Cada vez hay más teorías que plantean una alternativa más “humana” en la que el ser humano se nos muestra como un animal social solidario que gustaba, además, de relacionarse con sus semejantes e incluso los no tan semejantes. Desde el darwinismo, a través de sus discípulos, véase Huxley, se nos vendía la idea de que era la lucha individual la que había dado lugar a la supervivencia y al desarrollo de la especie a través del individuo más adaptado. Kropotkin, sin embargo, rechazó esta idea de plano, y con buenos argumentos, entre otros recordar al discípulo lo que ya el maestro le había enseñado en el capítulo El origen del hombre, a saber, que Darwin afirmaba que la moral no es extraña a la naturaleza. Añadiendo que ¿cómo pues, desde dónde si no podría darse lugar a esta supervivencia si no es desde la solidaridad y el apoyo mutuo? Afirma “El sentido moral es en nosotros una facultad natural, igual que el sentido del olfato y del tacto”. Sería imposible haber sobrevivido a tantos depredadores, tantas enfermedades y llegar a los niveles de desarrollo de los que “disfrutamos” si no es desde la ayuda indiscriminada y desinteresada por el otro. Entrecomillamos el disfrute del desarrollo pues hay que puntualizar a qué tipo de desarrollo nos referimos, no hablaremos de desarrollo tecnológico sin más, como si disfrutar del último modelo de teléfono móvil fuese aquello, sino más bien al que se da en la medicina, en la cultura y en aquella parte de la tecnología que sirve para el bienestar común de la especie.

Hay que tener presente cómo los restos arqueológicos dan una visión solidaria de la convivencia, restos arqueológicos del Pleistoceno muestran enterramientos de cuerpos de individuos que habiendo perdido hacía tiempo los dientes, seguían alimentándose. Esto solo puede ser resultado de la iniciativa de los demás individuos de la comunidad cediendo los alimentos más blandos, es este un claro ejemplo de cuidado, de compañerismo, sin abandono alguno tampoco, pues hablamos de cuerpos que incluso fueron enterrados. Como caso concreto de solidaridad y compañerismo, tenemos el caso Nandy, en el cual, un individuo minusválido fue mantenido por el resto de la comunidad, les invitamos a consultar el enlace donde se habla de ello: https://www.antrophistoria.com/2015/11/shanidar-o-la-solidaridad-en-el.html

Abandonemos pues, de una vez por todas, esa idiosincrasia de la especie humana como ser hostil para con sus congéneres y abracemos, promovamos y secundemos la que respalda la auténtica verdad: la de nuestra capacidad empática, nuestra solidaridad, nuestra cooperación y nuestro innato tender al apoyo mutuo, pues ya claman hasta los huesos de nuestros ancestros y el genoma de nuestra sangre que fue, es y será así. ¡Salud!

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