Tal vez la felicidad no sea más que un compromiso entre la necesidad que tenemos de los demás y la otra necesidad, la de estar solos, pues la vida es un deporte de equipo y la soledad es un abismo que nos une. No es fácil en el mundo actual realizar ese compromiso, es decir, realizarse. Nos sentimos solos en la multitud y ansiosos en el páramo.
San Juan de la Cruz nos dice las cinco virtudes del pájaro solitario y cito de memoria: La primera se va a lo más alto, como el Zaratrusta de Nietzche que sube a la montaña y cuando sus panales están llenos, baja a compartir la miel con la gente. La segunda pone su pico al aire, creo que es una metáfora de la libertad. La tercera no admite compañía ni siquiera de los de su naturaleza, es decir, la soledad sonora, la contemplación. La cuarta no admite ningún color, no lo ata ninguna creencia; y la quinta canta suavemente, no quiere convencer a nadie, pues solo nuestra voz interior puede convencernos.
Sé que hay otras interpretaciones, religiosas o profanas, incluso la de Carlos Castaneda, pero si alguna vez lees el poema en la confusión de un aeropuerto abarrotado, verás que esta tiene bastante sentido, en fin.
Profesor, humorista, cantante y escritor.
Muy bonito. En los tiempos que corren cada día es más importante estar solo con uno mismo y escuchar su voz interior.