Encerrados en esta prisión, convento o ratonera que llaman cuarentena, ya no hay bosques tenebrosos sino reinos de la naturaleza, ni abismos insondables sino paisajes de profunda perspectiva, ni desolados páramos sino parajes donde el aire respira, ni mares procelosos sino la inmensa flor azul.
Lo que ayer ignorábamos, hoy se embellece como una mariposa tatuada en la memoria.
Hasta aquí bien, a pesar de tanta retórica, lástima que no podamos decir lo mismo de la política, la economía, Europa, organismos internacionales, grandes potencias, grandes fortunas, etc.
¿No era esta la ceguera de que hablaba Saramago? Siento que el futuro me aplasta, comprime mis días en una especie de mindfulness obligatorio, un presente continuo sitiado por la angustia.
Profesor, humorista, cantante y escritor.