Menos Philo- y más -Sofía. Esto es: menos Amor y más Sabiduría, pero no en su concepción clásica que la define como el «conjunto de conocimientos amplios y profundos que se adquieren mediante el estudio o la experiencia». No, lo lamento, pero no. Ha llegado el momento de entender la Sabiduría como el conjunto de conocimientos profundos donde la apariencia se erige como forma impura de conocimiento, pero a la postre, la más certera y verdadera porque si Kant en su Crítica Pura de la Razón proponía un «como si…», ahora, sin Crítica ni Razón ni Pureza asistimos a otro paradigma, otro axioma, el de: «Parece…»
Y efectivamente todo lo que parte, todo lo que nace de un «parece» se consolida en un Principio de Causalidad. Es decir, de razonamiento irrazonable más que por las causas y los efectos o lo que es igual: explicaciones a-científicas e in-científicas. Razonamientos impuros fuera de la Ciencia que se enuncian y se introducen con el verbo «Parecer» y dejan en desuso el certero hasta ahora verbo «Ser». Veamos un ejemplo: Cuando empleamos la siguiente proposición:
«Parece como una pesadilla…»
Sí, no lo duden, de la mera probabilidad o improbabilidad, esta tornará en un hecho. La posibilidad por semejanza dará paso a su realización y el «como» se esfumará y el «parece» cederá paso al crudo y autoritario verbo «Ser»:
«Es una pesadilla»
Del mismo modo sucederá si empleamos la fórmula de «Parece mentira…»
Esta se convertirá en verdad. La mentira se hace real y así, de la falsedad asignada a la apariencia nace la nueva verdad, la moderna realidad de este siglo XXI donde finalmente todo es lo que parece porque nada quiere ser lo que era o debería ser.
Grado de Lengua y Literatura Españolas (UNED); Experta en Técnicas De Redacción Editorial y Corrección de Estilo