El gusto del gaznate por lo tierno y el verdadero significado de la ternura y el ternero
Sé que esto que escribo no servirá de mucho, o más bien de nada, pero me urge decirlo, por si a una sola persona le sirviera, eso ya me valdría, una sola, ahora en estas fechas más que en otras, pues es en estas fechas cuando más se aglutina la voracidad humana por lo tierno, y no hablo precisamente de la ternura de dar y regalar como algunos estarán empezando a pensar, sino la de aglutinarse carne tierna en el gaznate.
Huelga comentar cómo cada vez más neurocientíficos nos hablan y aseveran acerca de la edad piscológica que alcanzan los animales, ya no solo los de compañía sino de aquellos que suelen componer el menú diario de muchos gañotes, de muchas gargantas que no reparan en si una vaca tiene la psicología emocional de un niño de ocho años, y para la boca que nos la llevamos, pero no cualquier vaca, que si puede ser su ternero mejor.
Deberíamos estar ya familiarizados con el pensamiento que debería acompañar a esas imágenes y vídeos que las redes nos muestran acerca del sentir de estos animales, como de otros tantos, pero no, estas navidades más de uno pensará que mejor que comerse unas setas a la plancha, un buen pastel de calabacín o una lombarda con pasas y nata líquida, mejor que comerse un chuletón de una vaca que haya llegado a cierta edad, mejor, a su hijo, a su ternerito recién destetado, sí, sí, mucho mejor, que ese no sabemos si tiene ocho años de edad psicológica, coman terneros, coman cochinillos, coman cabritillos, yo lo hice por muchos años, les entiendo, por eso solo les voy a rogar que este año elijan una vaca que haya vivido ya unos añitos en un buen pasto, por el clamor de un dios, del que ustedes prefieran, pero no sean “animales” y dejen a los pequeñines crecer como hicieron sus madres, solo eso.